UNA PEQUEÑA RENDIJA

Lemos hoxe en faro un bo articulo de Armando Álvarez sobre a situación do "Caso Gustavo" que está facendo correr rios e rios de tinta no celtismo. Últimamente non se fala de outra cousa, como se non houbese cousas máis importantes das que falar...

La puerta del Celta no se ha cerrado de forma hermética para Gustavo López, aunque Ramón Martínez emplease esta expresión para referirse al argentino. Queda una rendija, que el jugador deberá explorar con cautela si aún desea terminar su carrera vestido de celeste. Cuenta a su favor con la presión popular, aunque ese impulso puede volverse en su contra si no lo maneja con acierto. La operación se mueve en terrenos pantanosos, en los que cualquier paso en falso sí supondrá el final definitivo.
Las negociaciones futbolísticas alcanzan en ocasiones una complejidad diplomática propia de Oriente Medio. Ambas partes escogen de partida una determina intensidad y tanto Gustavo como el Celta han optado este año por elevar la temperatura a diferencia del verano anterior, en el que afrontaron las maniobras con mayor templanza. El jugador y su padre han querido imprimir un ritmo elevado a los contactos y el club ha aceptado el envite. Pero el resultado no ha sido el esperado. Las prisas, en ocasiones, conducen al desastre.
Gustavo tenía muy presente lo que sucedió hace doce meses. Suplente entonces, en apariencia crepuscular e incluso ya homenajeado por Balaídos, se vio obligado a aceptar todas las imposiciones de la entidad, algunas incluso en el instante previo a la firma. Plegó su leyenda a cláusulas de objetivos y reflejó su indignación renunciando a la capitanía.
Este año ha querido cobrarse esos sinsabores. A la negociación actual se presentó con su popularidad intacta y su rendimiento futbolístico rejuvenecido. El Celta, en teoría, estaba obligado a conservarlo para aliviarle a su gente el trauma del descenso. La directiva es la primera interesada en decorar la campaña de renovación de abonos con su efigie.
Pero Gustavo no ha sabido leer la situación política del club, que lleva un año inmerso en un periodo de transición. El Celta actual es mucho más impredecible. Media docena de despidos, algunos inesperados para los propios afectados, lo confirman. El actual consejo es de reacciones drásticas.
Mouriño y sus socios han sabido seducir a buena parte de las peñas gracias a los foros de contacto que han habilitado. Quieren seducir a su clientela. Pero ni siquiera la posibilidad de provocar una tormenta en el celtismo, como ha sucedido, ha hecho temblar su pulso. La inteligencia de Gustavo en la escena pública le granjea antipatías a nivel interno que han pesado en este pulso, aunque el dinero sea el argumento principal.
El Celta y Gustavo han optado por la munición de calibre para resolver la historia. Palabras gruesas, "puerta cerrada", "sueños rotos", bajo las que late el último murmullo de esperanza. Alguien debe dar un paso. Desde Praza de España insinúan que debe ser el futbolista y de forma discreta, en la sombra de los teléfonos y los despachos. Quizá de esta forma se desbloquee un encastillamiento que ha soliviantado a varios peñistas y ha provocado recogidas de firmas y amenazas de no renovar los abonos. Gustavo López, por el que Independiente y Cádiz suspiran, piensa regresar a Vigo para despedirse del celtismo. Si juega bien sus cartas, quizá vuelva a superar una muerte técnica como el año pasado. Tiene varios días de plazo porque el club se mueve con lentitud en la búsqueda de refuerzos. En ambas trincheras habría que disfrazar el orgullo herido. No habría problemas. La memoria del fútbol es flaca cuando conviene.